El cinco era un número divino, ya que al duplicarse formaba la Decada Sagrada. En un principio, se identificó con el matrimonio, el pentagamos o "número nupcial": unión del primer par 2 y del primer impar 3, que alude la fusión del principio masculino y el principio femenino. El cinco era, además, el centro aritmético de los nueve primeros números de la década: 1,2,3,4,5,6,7,8,9, siendo asimismo la media aritmética de sus equidistantes.
Más tarde, el cinco representó la Justicia, Némesis, que deriva de nemein: distribuir, dividir. Según Proclo, la pentade es el símbolo sagrado de la Justicia, pues divide los números en partes iguales de 1 a 9. Los pitagóricos tardíos creían que la Justicia debía sujetarse al cinco, puesto que éste agrupa limite-ilimitado, par-impar, masculino-femenino, tríada-díada. (El cinco posee, además, una cualidad fundamental: la propiedad cíclica. que le permite autorreproducirse).
En el programa cosmológico del pitagorismo, el cinco representaba los cinco planetas conocidos, así como las cinco zonas de la Tierra. La leyenda atribuye el descubrimiento de ellas a Pitágoras.
Platón, admirador secreto del pitagorismo, se inspiró en el número cinco.
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