El Divino Monocordio

Fludd diseña un monocordio megacósmic, el Divino Monocordio, para ilustrar la magnificiencia del Dios creador.
Extendido desde el cielo, el monocordio llega hasta el fondo de la tierra. Dios, con su omnisciencia, introduce las consonancias musicales, produciendo notas agudas, en la parte más cercana a él, y más graves en las partes más alejadas. El creador, con su mano, tañe una escala de quince notas y genera una sinfonía maravillosa.
Igual que en el antiguo pitagorismo, el cosmos es una vibración perpetua. Por ello, el monocordio instrumental reproduce perfectamente la disposición de una escala armónica, así, las consonancias pitagóricas: cuarta, quinta y octava se distribuyen por medio de distintas divisiones y subdivisiones. La consonancia de octava es su columna vertebral.
La esfera del sol, o esfera de la igualdad, divide la cuerda en dos partes, uniendo la cuarta y la quinta en una Octava.

"Desde el centro de la Tierra a la esfera del sol se produce una octava que es material, igual que la otra octava, que eleva su cima desde lo alto de la octava material a la altura del cielo Empíreo, es espiritual"

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