[...] En cambio, vosotros, que siempre habéis odiado la virtud y a quienes la cultivan, nada de nuevo hacéis: porque también los ojos enfermos aborrecen el sol. De la misma manera huyen de la luz del día los animales nocturnos, incluso a veces escondiéndose, temerosos de la luz, en cualquier hueco de las peñas. Llorad y ejercitad vuestras lenguas infelices en ultrajar a las gentes de bien; daos prisa en la persecución y morded todos a la vez; ¡mucho más pronto os romperéis los dientes que lograréis clavarlos! "¿Por qué se dedica ese a la filosofía y vive rodeado de tantas riquezas? ¿Por qué dice que se debe despreciar la opulencia y pasa su vida metido dentro de ella? Piensa que se debe despreciar la vida y sin embargo vive. Afirman que no se debe hacer caso de la salud y, sin embargo, la cuida con toda diligencia y prefiere la mejor. Considera el destierro como un nombre sin sentido, y dice: ¿qué tiene de malo, pues, el cambiar de región? Y, por otro lado, si se le permite, envejece en su patria. No ve diferencia alguna entre vivir largo tiempo o más breve: sin embargo, si nada lo impide, procura prolongar su vida y se complace en halagar su virilidad hasta la vejez más avanzada" Dice que todas estas cosas deben ser despreciadas; no afirma que no pueda tenerlas, sino que, las posea sin ansiedad y sin que le causen inquietud; no echa fuera de sí estas cosas, sino que, al alejarse ellas, él continúa seguro. Realmente, ¿dónde ha de guardar la fortuna con mayor seguridad las riquezas que allí dónde sabe que las ha de recuperar sin que se lamente aquel que las devuelve? [...]