La República
-Sabemos con certeza- añadí- que toda planta o animal que crecen en un medio poco adecuado, sin clima y lugar propicios, notarán en mayor grado y cuanto más robusta sea su naturaleza la falta de las condiciones requeridas. Porque lo malo es más contrario de lo bueno que de lo que no lo es.
-¿Cómo no?
-Por eso creo yo que la naturaleza más perfecta, afectada por un régimen de vida que no es el suyo, lleva peor esa situación que una naturaleza más débil.
-En efecto.
-¿Convendrá, pues, Adimanto -dije yo-, aplicar el cuento a las almas y decir de las más vigorosas que se vuelven malas en grado eminente cuando reciben una mala educación? ¿O piensas que los grandes crímenes y la perversidad consumada prenden mejor en un alma indigna que en un alma fuerte destruida por la educación? ¿Acaso una naturaleza débil podrá ser causa de grandes bienes y de grandes males?
-No otra cosa pienso por lo que tú dices -contestó.
-Y yo creo que si la naturaleza filosófica a que nos referimos recibe una educación conveniente, verá acrecentada en sí misma, necesariamente, todo género de virtudes. Ahora bien, sembrada, criada y alimentada en un lugar no adecuado, se desarrollará en sentido contrario, a no ser que algún dios le preste su ayuda.
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