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Carta
Ahora
que estoy muy solo y es de noche afuera
te escribo apenas para
decirte que las cosas
nada han cambiado desde que nos dejamos,
que
los árboles mueren lentamente, como siempre,
y el río sigue su
curso de cada día.
Te escribo en el Pueblo y me crecen
líquenes
en las manos, las palabras me resuenan
silencio
adentro, entre libros y sueños.
Estoy tan solo que ni oso
moverme.
El tiempo se me va entre el estorbo
que soy, si miro
hacia atrás,
y el horizonte de ti que se me aleja.
Todo ahora
es reposado, tal vez
porque el riesgo es mayor y me
maravilla
saber que me lo juego a una palabra.
Siempre hay un
gesto profundo que no se mide
ni con las manos ni con la voz, un
gesto que nos deja
tan enfrente de nosotros que se diría
que
hemos vuelto a nacer. Podría yo
llenar de presencias este
silencio enorme
y, poco a poco, hacerlo el centro;
podría
decirte cosas más concretas
para convertir en arena la soledad
y
arraigarme en ella, pero entonces
un viento salado me heriría los
labios
y amo más el ocio de hablarte.
He aquí pues: te
escribo y es de noche afuera.
¿Qué más podría hacer por
retenerte
si el tiempo nada puede ya contra la espera
que me he
impuesto de ti, si no me llega
rumor alguno de la noche y estoy
inmóvil
porque el silencio eres tú y temo perderte?
Cada
palabra es una mano que se abre
para acoger a otra mano. Soy todo
palabras
y me entrego entero porque crecer
no mancha ya mi piel
ni me desconcierta.
Sé esto desde que cada cosa
se me
hace presente, insólita y precisa,
al cerrar los ojos, desde que
me golpea
la nostalgia como una pesadilla y vivo siempre
hacia
mí mismo. Hay días -créeme-
en que me niego a pensar en ti. No
quisiera
separarte del silencio ni someterte
a la medida del
deseo, y en cambio
te me muestras tan clara que parece
que
tengo la sangre llena de vidrios.
Ahora te escribo, ya ves,
para decirte apenas
que todo es como antes, que nada cambia
en
el fondo si no lo tocamos nosotros,
que sólo nos atañe este
silencio
compartido, y el riesgo de creer y crecer
como árboles
aislados que une, a ratos,
un mismo viento o una misma lluvia.
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