1984
Durante todo el tiempo de que se tiene noticia -probablemente
desde fines del peródo neolítico- ha habido en el mundo tres clases
de personas: los Altos, los Medianos y los Bajos. Se han subdidvidido
de muchos modos, han llevado muy diversos nombres y su número
relativo, así como la actitud que han guardado unos hacia otros, ha
variado de época en época; pero la estructura esencial de la
sociedad nunca ha cambiado. Incluso después de enormes conmociones y
de cambios que parecían irrevocables, la misma estructura ha vuelto
a imponerse, igual que un girsocopio vuelve siempre a la posición de
equilibrio por mucho que lo empujemos en un sentido o en el otro. Los
objetivos de estos tres grupos son por completo inconciliables. Los
Altos quieren quedarse donde están. Los Medianos tratan de
arrebatarles sus puestos a los Altos. La finalidad de los Bajos,
cuando la tienen -porque su principal característica es hallarse
aplastados por las exigencias de la vida cotidiana-, consiste en
abolir todas las distinciones y crear una sociedad en que todos los
hombres sean iguales. Así, vuelve a presentarse continuamente la
misma lucha social. Durante largos períodos, parece que los Altos se
encuentran muy seguros en su poder, pero siempre llega un momento en
que pierden la confianza en sí mismos o se debilita su capacidad
para gobernar, o ambas cosas a la vez. Entonces son derrotados por
los Medianos, que llevan junto a ellos a los Bajos porque les han
asegurado que ellos representan la libertad y la justicia. En cuanto
logran sus objetivos, los Medianos abandonan a los Bajos y los
relegan a su antigua posición de servidumbre, convirtiéndose ellos
en los Altos. Entonces, un grupo de los Medianos se separa de los
demás y empiezan a luchar entre ellos. De los tres grupos, solamente
los Bajos no logran sus objetivos ni siquiera transitoriamente. Sería
exagerado afirmar que en un período de decadencia, el ser humano se
encuentra mejor que hace unos cuantos siglos. Pero ninguna reforma ni
revolución alguna han conseguido acercarse ni un milímetro a la
igualdad humana. Desde el punto de vista de los Bajos, ningún cambio
histórico ha significado mucho más que un cambio en el nombre de
sus amos.
A
finales del siglo XIX eran muchos los que habían visto claro este
juego. De ahí que surgieran escuelas del pensamiento que
interpretaban la Historia como un proceso cíclico y aseguraban que
la desigualdad era la ley inalterable de la vida humana. Desde luego,
esta doctrina ha tenido siempre sus partidarios, pero se había
introducido un cambio significativo. En el pasado, la necesidad de
una forma jerárquica de la sociedad había sido la doctrina
privativa de los Altos. Fue definida por reyes, aristócratas,
jurisconsultos, etc. Los Medianos, mientras luchaban por el poder,
utilizaban términos como "libertad", "justicia"
y "fraternidad". Sin embargo, el concepto de la fraternidad
humana empezó a ser atacado por individuos que todavía no estaban
en el Poder, pero que esperaban estarlo pronto. En el pasado, los
Medianos hicieron revoluciones bajo la bandera de la igualdad, pero
se limitaron a imponer nueva tiranía apenas desaparecida la
anterior. En cambio, los nuevos grupos de Medianos proclamaron de
antemano su tiranía. El socialismo, teoría que apareció a
principios del siglo XIX y que fue el último eslabón de una cadena
que se extendía hasta las rebeliones de esclavos en la Antigüedad,
seguía profundamente infestado por las viejas utopías. Pero a cada
variante de socialismo aparecida a partir de 1900 se abandonaba más
abiertamente la pretensión de establecer la libertad y la igualdad.
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