Son infelices los que en lugar de enfrentarse a la realidad intentan huir de ella.
Son infelices los que en vez de intentar poner su trabajo y su energía al servicio de superar un problema, los consagran a negar su existencia y sus circunstancias.
Son infelices los que, en lugar de aceptar el dolor de una frustación o una pérdida, se llenan de sustitutos y escapismos para no pensar en ello.
Son infelices los que, por no aceptar que no pueden ser queridos por todos, se inventan un personaje agradable y complaciente con las personas que les rodean.
Son infelices los que creen que su realización depende de lo que otros hagan o piensen.
Son infelices, finalmente, aquellos a los que nada les parece nunca suficiente.
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